domingo, 16 de noviembre de 2014

EJERCICIOS FILOSÓFICOS: EXQUISITA EXPERIENCIA



Amigos/amigos, ayer sábado 15 de noviembre, dirigí, por vez primera, una experiencia de Ejercicios Filosóficos. Durante los últimos años me había preparado para aventúrame ha reactualizar un tipo de práctica  de la filosofía antigua, del período helenístico, lo que Foucault llamaba el período de la Cultura del Sí mismo. Convoqué para conformar un pequeño grupo que deseara vivir la experiencia. Se conformó un grupo cuyos miembros eran de distintas disciplinas, biología, comunicación social, sociología, diseño, artista y poesía y filosofía. La experiencia para todos fue enriquecedora, motivadora, tanto que este primer grupo, solicitó una segunda parte…  A continuación pueden leer un mapa que se les entregó a los ejercitantes previamente, para que tenga una pista de qué se trató y cómo fue el día….
MAPA DE LA VIVENCIA
9: 30-10:15 am. Conferencia. Introducción a la experiencia filosófica. La diferencia  y cercanía entre el ejercicio espiritual católico y el ejercicio espiritual filosófico.
“Los ejercicios espirituales no operan simplemente en el ámbito gramatical y conceptual. No es una nueva teoría metafísica lo que aquí se nos propone, puesto que los ejercicios espirituales son precisamente eso, ejercicios, es decir, una práctica, una actividad, un trabajo en relación con uno mismo, algo que se podría denominar una ascesis del yo. Los ejercicios espirituales forman parte de nuestra experiencia; deben ser experimentados. Además Hadot no utiliza el término espiritual en el sentido religioso o teológico, al no constituir los ejercicios religiosos más que una forma, muy concreta, de ejercicio espiritual. Entonces, ¿por qué servirse de la palabra espiritual? Sería después de eliminar otros adjetivos cuando Hadot, finalmente, decidió calificar tales ejercicios de espirituales; en efecto, ejercicios intelectuales o ejercicios morales, solo rinden cuenta parcialmente de su extremada densidad de sentido –intelectual- no cubre todos los aspectos de estos ejercicios, y moral puede producir la engañosa impresión de tratarse de un código de buena conducta. Tal como Hadot ha afirmado con la mayor claridad: “la palabra espiritual permite comprender con mayor facilidad que unos ejercicios como éstos son producto no solo del pensamiento, sino de una totalidad psíquica del individuo” (Hadot, EE, p.24). Tal expresión englobaría de este modo tanto el pensamiento, la imaginación, y la sensibilidad como la voluntad. “la denominación de ejercicios espirituales resulta, pues, finalmente, la más adecuada, porque subraya que se trata de ejercicios que comprometen la totalidad del espíritu.” (Hadot, EE, p. 60) La filosofía antigua “supone un ejercicio espiritual puesto que constituye un modo de vivir, una forma de vida, una elección vital”, si bien podría señalarse también, que estos ejercicios son existenciales, ya que posee un valor existencial que afecta nuestra manera de vivir, a nuestro modo de estar en el mundo, una comprensión que exige la transformación, la metamorfosis de uno mismo. Hadot ha resumido su idea señalando que un ejercicio espiritual consiste: “en una práctica destinada a operar un cambio radical del ser.”
Para comprender mejor la radicalidad y profundidad de la noción de ejercicios espirituales, según la concibe Hadot, hay  que entender la diferencia fundamental entre discurso filosófico y filosofía propiamente dicha. Se trata de una diferencia que, en el fondo, resalta la dimensión práctica y existencial de los ejercicios espirituales. Partiendo de la distinción estoica entre discurso filosófico y filosofía…” (Davidson Arnold, Prefacio en Hadot Pierre, Ejercicios espirituales y filosofía antigua, Edt. Siruela, Madrid, 2006: 10-11)
Aproximación al mundo antiguo: La mirada de Pierre Hadot y Michel Foucault.
La filosofía como forma de vida y no como disciplina. Por qué dejamos de pensar en sí mismo y por qué el pensar se refugió en los libros.
“El pensar pasó a los libros. Y éstos han decidido el destino de la ciencia occidental, que, a través de la doctrina de la Edad Media, se convirtió en la ciencia de la Época Moderna.” (Heidegger, 1997/2010, pág. 78)
10:15 a 10:30 Receso. Café. Merienda
10:30 a 11: 15 Conferencia. Del Leer y escribir:
1.- “Entre todo cuanto se escribe, yo amo solo aquello que alguien escribe con su sangre. Escribe tú con sangre y comprenderás que la sangre es el espíritu.
No es tarea fácil el comprender la sangre ajena: yo odio los ociosos que leen.” (Nietzsche, Así habla Zarathustra, en Los discursos de Zarathustra, Fragmento Del leer y escribir)
2.- El cuerpo como obra de arte
“La belleza del arte no es evasión, no es renuncia, sino apuesta, es la pulsión erótica manifestándose, es un cuerpo deseante que anhela disfrutar otro mundo, desea sentir la penetración de otra realidad y horadar otros misterios, es voluntad de cambio, sin resignación a lo dado. Es resistencia, negación del presente y lanzamiento hacia al futuro.” (Alzuru Jonatan, Boceto para una estética del vivir, 2009: 11)
11:15- 11:25 Preparación para el silencio.
“Uno a mi alrededor es siempre demasiado –así discurre el solitario-. Uno acaba siempre por ser dos.
“Yo” y “Mí” dialogan siempre con excesiva vehemencia.” (Nietzsche, Así habló Zarathustra, en Los discursos de Zarathustra, fragmento, Del amigo)
11:25- 12:30 Espacio de silencio, reflexión individual.
12: 30- 1: 15 Almuerzo en un compartir libre de sentires y sensaciones.
1: 15- 1:45 Descanso. Compartir libremente o asumir el silencio.
1:45-2:15. Conferencia. El sentido de la meditación rumiante para la interpretación.
“Desde luego, para practicar de este modo la lectura como arte se necesita ante todo una cosa que es precisamente hoy en día la más olvidada –y por ello ha de pasar tiempo hasta que mis escritos resulten legibles-, una cosa para la cual se ha de ser casi vaca y, en todo caso, no hombre moderno: el rumiar… (Nietzsche, Genealogía de la moral, prólogo, 1887/1996: 26)
Interpretar es discernir. La muerte como práctica de discernimiento, como criterio de decisión. La decisión: asumirse y actuar, independiente del resultado, para bien o para mal, en artículo de muerte. La decisión: más allá del bien y del mal.
“Actuar, hablar y pensar siempre como alguien que al instante puede salir de la vida. Lleva a cabo cada acción de tu vida como si fuera la última, manteniéndote alejado de toda ligereza. Lo que permite la perfección de la manera de vivir es pasar cada día como si fuera el último…” (Marco Aurelio, Pensamientos I,11).
“Acostúmbrate a considerar que la muerte nada es contra nosotros, porque todo bien y mal está en el sentido, y la muerte no es otra cosa que la privación de este sentido mismo. Así, el perfecto conocimiento de que la muerte no es contra nosotros hace que disfrutemos la vida mortal, no añadiéndole tiempo ilimitado, sino quitando el amor a la inmortalidad” (Epicuro: 92)
2:15-3:00.  Espacio de silencio, reflexión individual.
3:00- 4:00. Compartir ideas, preguntas, reflexiones o sentires, merienda y caminata incluida, al estilo de los peripatéticos, vocablo que alude a los filósofos seguidores de Aristóteles que solían reflexionar mientras disfrutaban del camino…
4:00- 4:45. Conferencia. La opción de la alegría como forma de vivir. Epicuro como horizonte.
“El fruto más importante de la autarquía es la libertad.” (Epicuro, Sentencias Vaticanas, 1991/2007, pág. 85; frag: 77)
“¿Qué es la libertad? Tener la voluntad de la responsabilidad personal. (Nietzsche, Crepúsculo de los ídolos, en Incursiones de un intemporal, frag. 38,1888/2009: 135)
“Epicuro
Sí, estoy orgulloso de sentir de una manera diferente, tal vez a la de cualquier otro el carácter de Epicuro, y disfrutar de la felicidad de la tarde de la Antigüedad con todo lo que de él oigo o leo – veo a su ojo mirar hacia un mar amplio y blanco, por encima de los acantilados en los que reposa el sol, mientras que animales pequeños y grandes juegan en su luz, seguros y tranquilos, como esta luz y su propio ojo. Sólo alguien que sufre continuamente ha podido inventar tal felicidad, la felicidad de un ojo para el cual el mar de la existencia se ha quedado en calma, y que ahora ya no puede saciarse de mirar su superficie y la multicolor, delicada, estremecida piel del mar: nunca hubo antes tal modestia de la voluptuosidad.” (Nietzsche, La ciencia Jovial. La gaya ciencia, Cap. 1, Fragmento 45, 1999: 59, trad. José Jara)
“La sabiduría en el dolor
En el dolor hay tanta sabiduría como en el placer: al igual que éste, aquél pertenece a las fuerzas conservadoras de la especie de primer rango. Si no fuera así, habría perecido hace mucho tiempo; que él haga daño, no es argumento en contra suyo, ésa es su esencia. En el dolor escucho la voz de mando del capitán de navío: “Amainad las velas”. El intrépido navegante “hombre” tiene que haberse ejercitado de mil maneras a disponer de las velas, en caso contrario se habría acabado demasiado rápido con él y el océano se lo habría tragado muy pronto. También tenemos que saber vivir con una energía disminuida: tan pronto el dolor da su señal de alarma, ha llegado el momento de disminuirla –algún gran peligro, se aproxima una tormenta, y hacemos bien en abultarnos tan poco como sea posible.
Es verdad hay hombres que cuando se aproxima el gran dolor escuchan precisamente la voz de mando contraria y que nunca miran más orgullosos, más guerreramente y más felices que cuando se cierne la tormenta: ¡El dolor mismo les da incluso sus más grandes instantes! Esos son los hombres heroicos, los grandes dispensadores del dolor de la humanidad: aquellos, pocos o escasos, que necesitan precisamente de la misma apología que, en general, necesita el dolor-¡y en verdad, ella no se les debe rehusar! Son fuerzas conservadoras y promotoras de la especie de primer rango: aunque no sea más que porque se resisten a la comodidad y no ocultan su náusea ante esta especie de felicidad. (Nietzsche, La ciencia Jovial. La gaya ciencia, Libro IV, Fragmento 318, La sabiduría del dolor, 1999: 184)
La amistad como el templo sagrado del cuerpo.
¿Eres esclavo? En tal caso, no puedes ser amigo. ¿Eres tirano? En tal caso, nadie puede ser amigo tuyo. (Nietzsche, Así habló Zarathustra, en Los discursos de Zarathustra, fragmento, Del amigo)
La amistad es una condición del oficio de vivir, es lo permanente dentro de la contingencia  porque da seguridad. La amistad no es un templo ni es un espacio sino una relación sin geografía predefinida que se configura cada día y su sentido está dado como manifestación del arte de vivir. No tiene otro objeto que el placer de gozarse en la relación. No tiene utilidad práctica, no sirve para nada y sin embargo, su posesión es la manifestación más transparente de la sabiduría. El sabio es el amigo. El amigo sabio es aquel que ahonda en el instante, el que se elige permanentemente y actúa en cada acontecimiento como si fuera la última acción de su vida porque no le interesa el futuro de la relación, porque eso es inasible, sino el disfrute de su presente, de allí que su actuar sea desinteresado, no tiene interés de una acción recíproca en el futuro.
La amistad no tiene muelle, no tiene ancla, no tiene destino. Su virtud es la certeza de la experiencia del compartir en la deriva. Tal experiencia estética era el horizonte de la filosofía porque su razón de ser, su sentido, era el del arte de vivir o lo que es lo mismo, la vida como obra de arte. (Alzuru, Jonatan. Boceto para una estética del vivir, en Vuelta a la intemperie, 2009: 27)
4:45-5:15. Diálogo de despedida.

jueves, 24 de enero de 2013

LA ACTITUD DEL ARTISTA



Desde los tiempos antiguos muchos filósofos han conceptualizado el vivir como un arte. A finales del siglo XIX, Nietzsche retoma esa enseñanza ancestral de la filosofía, la asunción de la vida como un arte y al sujeto que la vive como un artista.

Pensemos, por ejemplo,  una metáfora utilizada por un filósofo antiguo llamado Plotino, la vida de cada uno es como una escultura y el arte de vivir es ir tallando esa escultura.

Desde que nacemos nos vamos conociendo en la medida que interrelacionamos con el mundo. El bebé descubre su cuerpo en interacción con su madre, con el nuevo espacio que se le abre, con los otros. Ese mundo que se nos ofrece es inmenso, porque cada ser con el que transitamos es un nicho de vivencias, carga consigo sus miradas del mundo. Su manera de hablar, gesticular, emocionarse, molestarse o acompañar depende de su historia vivida, de cómo la ha asumido, de la cultura en que vive, de la familia en la que se crió, etc. 

En la relación con ese otro no sólo conocemos al otro, sino a nosotros mismos. Descubrimos en nosotros aquellas cosas que podemos tolerar, aquello que nos saca de nuestros cabales, aquello que nos da temor, descubrimos qué situaciones podemos enfrentar con valentía, descubrimos de qué trata la amistad, el amor, el desengaño, la soledad, la ausencia.

Imaginar la vida como un arte es imaginar que los acontecimientos, los otros y uno en esa relación, son una arcilla que se nos presenta sin forma. La actitud que se tiene frente a ese acontecer dará una forma particular a esa arcilla. Imaginemos a un hijo enfermo. La enfermedad se nos presenta como una arcilla. Es parte de esa arcilla los médicos, la clínica, el tratamiento. La manera cómo enfrentar esa situación determinará la forma de la arcilla.   

La ataraxia, la no perturbación, la tranquilidad que hablaban los antiguos no es imaginarnos a un ser sin sentimientos, frío y que les resbala todo. Nada de eso, por el contrario, la tranquilidad de ese padre y esa madre, será saber cuáles son sus posibilidades, cuáles son sus límites, cuáles son las posibilidades de los médicos, cuáles son sus límites, qué dejar a la Gracias como dirían los cristianos a la voluntad de Dios o a la contingencia como diría el saber laico, esa conciencia no significa que no padezcan, sino que pueden padecer, eso lo humano, pero sin desesperar, sin enloquecer e incluso, con la posibilidad de hacer mucho más allá que qudarse en la circunstacia particular, ese sería la obra de arte mayúscula.. 

Si se está claro en ello, el padre y la madre saben que su objetivo es tratar de formarse un criterio para elegir a un buen médico, eso es por ensayo y error. Todo padre y madre desearía encontrar bajo unos criterios racionales, matemáticos, algorítmico, de computadora, quién es el mejor, pero eso sería no conocer los límites de la condición humana. La computadora con los criterios más racionales siempre dará una aproximación, nunca exacta porque la virtud del ser humano es no ser una máquina, sino seres que aprendemos a ser a partir de nuestros errores. Esa conciencia debe tenerla para indagar, buscar, no quedarse de manos cruzadas e ir probando hasta donde se pueda y la circunstancia lo permita. Hay decisiones de inmediato que no pueden tener esta consideración, allí nos entregamos al azar, a la contingencia o a la Gracia.

Al llegar a quien él considera que es el mejor o por lo menos, para ese instante, es el mejor, asumir las recomendaciones e indicaciones de ese o de esos médicos. Es posible que el médico cometa un error, es un ser humano, y eso le dolerá infinitamente al padre o a la madre y lo sufrirá el hijo, pero ellos deben saber que hicieron lo humanamente posible por encontrar a lo que consideraban el mejor y ese señor fue su límite. Padecer por decisiones que no se hicieron sería absurdo porque las tomadas tenían un límite. Además, el pasado ya pasó y es inmodificable, el futuro siempre es incierto, de lo único que nos podemos hacer cargo es del presente en el solo presente.

Ahora bien, cómo lleva la enfermedad el hijo, es una responsabilidad del padre quien lo  forma, lo educa. Si el padre está angustiado o distraído, maldiciendo el devenir, lo que acontece y no tiene conciencia que él es limitado, que su madre es limitada, que no somos dioses, entonces, ese tiempo de angustia sin saber qué hacer, lo invierte, por el contrario, en plantearse un plan de trabajo que se incia con el mismo, cómo asume la enfermedad de su hijo de tal manera que ese acontecimiento se transforme en un nuevo espacio de tranquilidad y amor… La manera cómo los pdres reflexionen el acontecimiento generará unas formas y no otras en el trato del hijo y de la forma cómo lo educan.

La historia de cada uno está llena de casos de personas que han asumido su enfermedad o la de sus parientes de tal manera que no sólo se sobre ponen a ella, sino que han generado fundaciones, investigaciones, para ayudar al otro, a los otros. Esas personas transformaron su acontecer, su tragedia en un evento de envergadura, hicieron con la arcilla una escultura bella.

Obviamente, quien me lee dirá, esos son puras palabras, cuando se está en situación es otra cosa. Eso es verdad pero no es toda la verdad. De qué depende. Depende de la conciencia del artista en prepararse, de ejercitarse diariamente, con pequeñas cosas, asumiendo eso pequeño como si fueran asuntos de vida o muerte. Ese ejercicio prepara al cuerpo para enfrentar cada vez situaciones mayores, pero no sólo enfrentarlas, eso es lo corriente, es lo común, es casi una obligación. El artista hace de lo común una obra de arte. Hace de la arcilla una hermosa escultura. Ese hombre que se monta sobre sus propios hombros en cada acontecer se hace un súper hombre, como diría Nietzsche, un héroe ordinario, como diría Pedro Legaria.

Con toda seguridad esos grande artistas que han transformado su situación en un acontecimiento hermoso, siente dolor, tristeza, angustia, pero ese sentimiento no los paraliza, sino por el contrario, son el motor para emprender caminos más empinados. Se hacen cargo de sí mismo. Se preguntan a cada instante de qué soy capaz. He allí una de las enseñanzas de la historia de la filosofía con respecto a la actitud del artista de la vida.

sábado, 19 de enero de 2013

OFERTORIO

Cansado,

Vengo a tu altar cargado de ríos, charcos, montañas, estrellas, guerras, sangre, enfermos, muertos, niños con estrellas en las venas, mujeres chamuscadas de sol, hombres solitos con las cañas y aguardiente entre sus dientes.

Vengo con las flores que recogí en el punto más alto del abismo, tulipanes, margaritas, azaleas, cuatro lirios y dos alelí que se confundieron con los rasguños de aquella guitarra oxidada de sueños abortados, caminos truncados. Pero ella tan altiva, se movía silente, como una culebra abandonada de su fuerza, por las enredaderas de la vida, para apoderarse de los capullitos de Caetano Veloso o la Sonora Matancera.

Vengo inundado de letras, masticado de silencios, de noches frías, heladas, sin refugio. Titiritando vengo, como un niño mocoso del páramo, para hincarme en esta montaña, en este templo extenso, llanura, estepa, desierto, mar, que habita en la caverna de mi cuerpo.

Vengo como soy. Soy un peregrino, alguien que camina hacia una meta. Una meta sagrada que no está ni en un más allá ni en un más acá. Es una meta imprecisa, imperceptible, inefable, se sabe de ella porque se intuye un recorrido. Es un sabor a mango. La única certeza es el crisol de mis humores, son los ojos que te miro, la lengua que respiro. La certeza es la posibilidad de lo que quiero, aunque los dados señalen seis, cinco, tres o uno, mi alegría es inmensa por la forma, mis luceros, el sentido de mi juego.

Vengo con la meta metida en mochila para sacarla a ratos, como un espejo, ella me mira y no me dice, yo la miro mirándome sin decirle. Ambos reímos de la muerte, la alegría, los odios y te quiero. Es mi destino la certeza, en medio de una nada, que es lo mismo a mil caminos o un largo encierro. La certeza es este templo. Esta nube pasajera que voy siendo.

Vengo orando. ¿Orando? Hablando sin palabras, poesía sin imagen. Contemplando lo inefable en el silencio. Es muy fácil comprenderlo –dijo un hombre en su lecho- Es el minuto siguiente, antes de un beso, de un sueño, de un te quiero, incluso antes del susurro, luego del esfuerzo extremo, de la agitación máxima del cuerpo, la fracción siguiente de un intenso y sostenido orgasmo, luego del extremo de sangre y de los gritos. Orgasmo no de cuerpos sin amor, sino amor con orgasmo extremo. Orgasmo con ese ser, que en ese instante, ocupa el centro del mundo, el centro de nuestro sueño, lo amado perfecto. En ese segundo… Ese segundo después, ese segundo después del orgasmo extremo, esa vivencia eterna, ese paraíso perfecto que los segunderos lo transforman en instantes. Ese instante preciso, no el antes ni el después del orgasmo, justo entre la asfixia, la vuelta en sí de la respiración y la conciencia, en esa indescriptible fracción del tiempo, en ese momento, se experimenta la contemplación del silencio. Esa experiencia ampliada es la oración en su más excelso sentido, quién no conozca su cuerpo no entiende de eso, así lo dijo el moribundo, mientras su mujer, sonrojada, sellaba sus palabras con un tierno beso.

Vengo en oratorio ofreciendo mi cuerpo a mis cuerpos, dialogando con mis mundos en mis cavernas, descubriendo a cada rato un personaje de mi cuento. Esta larga y pequeña historia de mi mismo. Cada uno se está iniciando, se le abren horizonte como puertas, bocas, orejas. Dialogamos todos los que soy, reímos juntos, nos tomamos los tragos, nos acariciamos, nos molestamos, a veces hasta peleamos, años sin hablarnos.

Vengo con esos cuentos, venimos todos en parranda, en canto alegre, venimos cargando con los temblores del escenario, las tablas y la carpa que nos asiste. Vengo austero, descansado, sin descanso, cansado, sin cansancio, porque venimos todos los que somos. Somos uno y sólo uno. Uno es múltiple y diverso. Uno es multitud. Vengo multitud, cuerpo orante, a ofrecerme silencio, ofrenda piña, en el altar de mis recuerdos póstumos.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

CONVERSACIÓN CON ALZURU SOBRE SU VAGABUNDO Y CRISTO REY

Entrevistador: Buenos días profesor Alzuru. Hemos querido hacer esta entrevista a propósito de su artículo El Vagabundo y Cristo Rey. Jonatan Alzuru: Muchas gracias, lo primero que te diría es que no es un artículo. Tiene una estructura entre ensayo y cuento, entre ficción y realidad. Bueno pero imagino que usted viene por alguna inquietud particular. E: Mire profesor… JA: Disculpa, me puedes llamar Jonatan ese es mi nombre, he tenido el oficio de profesor, en este tiempo he aprendido el oficio de ama de casa. Pero nadie le dice a las ama de casa. Mire ama de casa, sino le dicen señora o su nombre… Pues bien, yo prefiero mi nombre. (La manera que habló Jonatan me causó una risa indescriptible, yo no sé si me hablaba en serio o en realidad porque eso tiene mucho de verdad, pero me dio pena repreguntar sobre eso. Él también soltó una carcajada) E: Está bien… Mira Jonatan.. Tu escrito ese cuento es bueno pero tiene unas metáforas, unas imágenes un poco escatológicas, fuertes.. Creo que innecesariamente, si me permites decírtelo. JA: Es curioso, ¿Sabes? Cuando queremos decir algo pedimos permiso diciéndolo, yo también he hecho eso. Pero no te sonrojes, tranquila. ¿A cuál imagen te refieres? E: Bueno donde escribes que el vagabundo excretó en la estatua de Cristo Rey. JA: La palabra que usé fue se cagó. La usé como la utiliza el vulgo. Como la usamos al interior de nuestras casas, como hablan las personas del barrio, como yo que nací en una zona popular, en un barrio, en Coche. ¿Qué te parece fuerte de la imagen? E: Todo, imaginármela me parece horrible, casi una falta de respeto. Bueno leyéndote se entiende, pero es como fea. Bueno esa fue mi impresión, pero quisiera que me dijeras: ¿por qué fue esa imagen? ¿Se te ocurrió de pronto o tiene una argumentación detrás? Y me lo imagino porque sé que tú tienes por lo menos diez u once años trabajando asuntos de estética… Pero bueno a veces uno le da vuelta a la cosa y no había argumento, eso pasa también… J: Yo tengo una relación muy estrecha con mis excrementos… Chica no te rías que es verdad… (Tuve que parar el grabador porque no podía aguantar mi ataque de risa) Óyeme que te hablo con la máxima seriedad (continuó y puso la cara tan seria como para que mi sonrisa se hiciera un línea recta). Hace como siete años me hicieron una operación del intestino. Cuando salí del pabellón mi intestino no reaccionó. Eso produjo que entrara en una crisis y un colapso en todo mi cuerpo. Todos pensaban que moría en poco tiempo. Pues no fue así. La señal de recuperación era que evacuara, primero aunque fuera agua y así sucesivamente. Nadie imagina la cara de felicidad de mis hermanos, mi mamá, mi esposa y mis hijo cuando salía del baño y decía lo hice. Era una alegría impresionante. A los diez meses de aquel acontecimiento llamé a todo el mundo porque mis excrementos tenían una consistencia. Mis hijo me gritaban no bajes la palanca papá, para verlo. Mis cuñados, mis suegros y mi esposa entraron a verlo. Hubo una celebración con una copita, no podía tomar más, de vino. El excremento es parte constitutiva del cuerpo. No es agradable a ninguno de los sentidos, pero ella da cuenta de la salud o la enfermedad. No representa al cuerpo es parte del cuerpo, consustancial con él que es expulsado al exterior. De no expulsarse el cuerpo muere, pero en el exterior no deja de dar cuenta sustancialmente del cuerpo al que pertenece. Mi imagen es una parte de mí que se le echa encima a la estatua. Una parte de mí que hizo y hace que me vea en la salud o en la enfermedad. Esa parte de mí es la que estéticamente es la más insoportable de mí. Pero no deja de ser mía, me constituye. ¿Por qué se la echa a la imagen del Cristo César? Porque esa imagen agradable a todos los sentidos del cuerpo es la antítesis, radicalmente, de quien fue Jesús. Ella es agradable a la vista pero ni siquiera es un excremento, porque ya dije que eso es constitutivo. Esa imagen es otra cosa, no pertenece al cuerpo. Mira, hace como tres años, trabajando en El Centro de Investigaciones Postdoctorales de la UCV, se incorporó al Programa Postdoctoral que yo coordinaba, un profesor que quería hacer la pasantía postdoctoral en nuestro Centro, tuve la dicha de Coordinar, mejor dicho, de acompañar su trabajo. Es un profesor que tiene más títulos de los que tu tienes en la cartera. Está en la Complutense de Madrid. Él había sido un cura y su trabajo de investigación era sobre la iconología e iconografía religiosa de la Baja Edad Media. Es decir, su investigación era el trabajo de imágenes. Aunque yo coordinaba el Programa, el supuesto tutorado, era un especialista en algo que yo jamás ni siquiera se me había ocurrido pensar. Pero leyendo sus trabajos, haciendo las conversaciones de investigación y empapándome someramente del asunto, descubrí una cosa que seguramente cualquier estudiante de arte lo sabe o los historiadores, pero yo lo aprendía a ver en ese momento, la relación entre imágenes y soportes teológicos. Como las pinturas las mandaban hacer o los Papas o los Cardenales, trataban que el pintor reflejara la interpretación que tenía o de la sociedad o de un pasaje del evangelio. La investigación que realizó mostraba la vinculación entre encíclicas papales y pinturas… Era mínimas las que se apartaban, siendo religiosas, de la discusión eclesial del momento. Hay toda una especialidad dentro del mundo religioso, especialmente católico, en el ámbito de la estética que trabaja esos asuntos. Así pues, en resumidas cuentas. Creo que la imagen es más brutal que mis excrementos. Pero también acepto que no te guste. Yo no escribí para gustar o disgustar, no tuve ese propósito sino para expresar mi pensamiento de denuncia en clave de cuento, quien lo agarre bien. Como una botella con un mensaje que se lanza al mar, así lo hice. E: ¿Qué te motivó a escribir ese cuento? JA: Una imagen que vi de Jesús en una procesión dentro de la celebración de la solemnidad de Cristo Rey. Había asistido, casi por casualidad, y bueno la vi y escribí. E: Yo he visto imágenes como esa, muchas de Cristo Rey, es más creo que todas las que he visto se parecen a la que describes, no sé si con la mano alzada pero con la corona sí. Segurísimo. ¿Por qué sucede eso? ¿Tienes alguna hipótesis al respecto? ¿Es casualidad? JA: No es casual. Podemos durar horas, días, meses y años mostrándote la relación entre poder político y poder religioso. Pero sobre todo poder monárquico y poder religioso. Tan sólo señalar, por ejemplo, que después que el emperador romano se hace cristiano, sus hijos dividen el imperio. Recordemos que el imperio era toda Europa, el norte de África, parte de Asia… La ilusión de la vuelta al Gran Imperio no sólo fue un deseo de reyes, sino de muchísimos Papas. La legitimidad de los Reyes era la bendición Papal. Por allí es largo el cuento. Yo creo que ese tipo de representación tiene un fundamento más reciente. En concreto las fiestas de Cristo Rey, fueron instituidas por el Papa Pio XI en 1925. El escribió una Encíclica llamada Quas Primas, donde hacer la interpretación de lo que significa Cristo Rey. A partir de allí muchos colegios como los de los Agustinianos Recoletos se llamaron Cristo Rey, organizaciones y comunidades religiosas. Si te fijas en su simbología ve el escudo del colegio de los Cristo Rey de los Agustinos, pues tienen una corona como la de los reyes. Casualmente, si revisas las imágenes de las coronas casi todas pertenecen o son muy similares a las monarquías europeas. La del Cristo que vi tiene la imagen del Príncipe de Asturias. Te repito eso no es casual, porque la Encíclica de Pío XI, lo sostenía, déjame citarte un solo parágrafo: “18. Y si los príncipes y los gobernantes legítimamente elegidos se persuaden de que ellos mandan, más que por derecho propio por mandato y en representación del Rey divino, a nadie se le ocultará cuán santa y sabiamente habrán de usar de su autoridad y cuán gran cuenta deberán tener, al dar las leyes y exigir su cumplimiento, con el bien común y con la dignidad humana de sus inferiores. De aquí se seguirá, sin duda, el florecimiento estable de la tranquilidad y del orden, suprimida toda causa de sedición; pues aunque el ciudadano vea en el gobernante o en las demás autoridades públicas a hombres de naturaleza igual a la suya y aun indignos y vituperables por cualquier cosa, no por eso rehusará obedecerles cuando en ellos contemple la imagen y la autoridad de Jesucristo, Dios y hombre verdadero.”(Pío XI, Quas Primas) E: ¡Increíble!, lo de esa Encíclica, claro, entonces, tú tienes una mirada opuesta…por supuestísimo… JA: Antes de mí han escrito muchos en contra de tal interpretación. Para utilizar a un estudiosos de la teología y del mismo rango, te puedo citar al actual Papa con el cual uno puede tener mil diferencias en una cantidad de temas, pero en cuanto a la solemnidad de Cristo Rey que, por cierto, siempre se celebra al final del año litúrgico, desde que se aprobó en el Concilio Vaticano II, cualquiera coincide con él, digo cualquiera mínimamente que haya leído el evangelio. Él, con la elegancia eclesiástica, ofreció una interpretación radicalmente opuesta a la de Pío XI, en el 2008 dijo lo siguiente: Celebramos hoy, último domingo del año litúrgico, la solemnidad de nuestro Señor Jesucristo, Rey del universo. Sabemos por los Evangelios que Jesús rechazó el título de rey cuando se entendía en sentido político, al estilo de los "jefes de las naciones" (cf. Mt 20, 25). En cambio, durante su Pasión, reivindicó una singular realeza ante Pilato, que lo interrogó explícitamente: "¿Tú eres rey?", y Jesús respondió: "Sí, como dices, soy rey" (Jn 18, 37); pero poco antes había declarado: "Mi reino no es de este mundo" (Jn 18, 36). En efecto, la realeza de Cristo es revelación y actuación de la de Dios Padre, que gobierna todas las cosas con amor y con justicia. El Padre encomendó al Hijo la misión de dar a los hombres la vida eterna, amándolos hasta el supremo sacrificio y, al mismo tiempo, le otorgó el poder de juzgarlos, desde el momento que se hizo Hijo del hombre, semejante en todo a nosotros (cf. Jn 5, 21-22. 26-27). El evangelio de hoy insiste precisamente en la realeza universal de Cristo juez, con la estupenda parábola del juicio final, que san Mateo colocó inmediatamente antes del relato de la Pasión (cf. Mt 25, 31-46). Las imágenes son sencillas, el lenguaje es popular, pero el mensaje es sumamente importante: es la verdad sobre nuestro destino último y sobre el criterio con el que seremos juzgados. "Tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis" (Mt 25, 35), etc. ¿Quién no conoce esta página? Forma parte de nuestra civilización. Ha marcado la historia de los pueblos de cultura cristiana: la jerarquía de valores, las instituciones, las múltiples obras benéficas y sociales. En efecto, el reino de Cristo no es de este mundo, pero lleva a cumplimiento todo el bien que, gracias a Dios, existe en el hombre y en la historia. Si ponemos en práctica el amor a nuestro prójimo, según el mensaje evangélico, entonces dejamos espacio al señorío de Dios, y su reino se realiza en medio de nosotros. En cambio, si cada uno piensa sólo en sus propios intereses, el mundo no puede menos de ir hacia la ruina. Queridos amigos, el reino de Dios no es una cuestión de honores y de apariencias; por el contrario, como escribe san Pablo, es "justicia y paz y gozo en el Espíritu Santo" (Rm 14, 17). Al Señor le importa nuestro bien, es decir, que todo hombre tenga la vida y que, especialmente sus hijos más "pequeños", puedan acceder al banquete que ha preparado para todos. Por eso, no soporta las formas hipócritas de quien dice: "Señor, Señor", y después no cumple sus mandamientos (cf. Mt 7, 21). En su reino eterno, Dios acoge a los que día a día se esfuerzan por poner en práctica su palabra. Por eso la Virgen María, la más humilde de todas las criaturas, es la más grande a sus ojos y se sienta, como Reina, a la derecha de Cristo Rey. A su intercesión celestial queremos encomendarnos una vez más con confianza filial, para poder cumplir nuestra misión cristiana en el mundo. (Benedicto XVI, 23/11/2008) En el 2010, Benedico XVI sigue profundizando en el asunto, en la celebración de Cristo Rey, dando la vuelta a la interpretación de Pío XI, allí dice: El Evangelio de san Lucas presenta, como en un gran cuadro, la realeza de Jesús en el momento de la crucifixión. Los jefes del pueblo y los soldados se burlan del "primogénito de toda criatura" (Colosenses 1,15) y le ponen a prueba para ver si tiene el poder para salvarse de la muerte (cf. Lucas 23, 35-37). Sin embargo, "precisamente en la cruz, Jesús está a la altura de Dios, que es Amor. Allí se le puede 'conocer'. [...] Jesús nos da 'vida' porque nos da a Dios. Nos lo puede dar porque él mismo es uno con Dios" (Benedicto XVI, "Jesús de Nazaret", según la edición italiana Milán 2007, 399 404). De hecho, mientras que el Señor parece pasar desapercibido entre dos malhechores, uno de ellos, consciente de sus pecados, se abre a la verdad, alcanza la fe e implora "al rey de los judíos": "Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu reino" (Lucas 23,42). De quien "es antes de todas las cosas y en él todas subsisten" (Colosenses 1, 17) el llamado "buen ladrón" recibe inmediatamente el perdón y la alegría de entrar en el Reino de los Cielos. "Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso" (Lucas 23, 43). Con estas palabras, Jesús, desde el trono de la cruz, da la bienvenida a todos con la misericordia infinita. San Ambrosio comenta que "es un buen ejemplo de conversión al que debemos aspirar: muy pronto al ladrón se le concede el perdón, y la gracia es más abundante que la petición; el Señor, de hecho, dice san Ambrosio, siempre concede lo que se le pide [...] La vida consiste en estar con Cristo, porque donde está Cristo allí está el Reino" (Expositio Evangelii secundum Lucam X, 121:.. CCL 14, 379).” (Benedicto XVI,21/11/21010) E: Interesantísimo Jonatan… JA: Claro no es asunto mío, pero si fuera agustino recoleto o de cualquier otra congregación lo primero que me pondría revisar el evangelio, repensar mi simbología, porque eso dice de mí…. Pero ese no es mi problema ni m escrito pretende eso… E: Jonatan ¡tú eres bastante cristiano! ¿Verdad? (se rié) E.: De verdad, me puedes contestar esta pregunta: ¿Eres cristiano? JA: ¿Por qué preguntas eso? E: Bueno porque he quedado loca con tu información sobre el mundo católico. JA: Mira, déjame decirte así, mira nené, Google tiene más información que yo sobre el mundo católico y yo no sé si se le puede llamar cristiano a Google. E: No me vaciles, pónte serio como estabas haciendo la entrevista. JA: Bueno no he dejado la seriedad. Conocimiento e información, un mínimo de lectura e interpretación no dice nada del ser cristiano o no. Dice que leo e interpreto nada más. E: Esta bien. Pero eres o no eres cristiano. JA: Esa es una pregunta que no me haría a estas alturas de mi vida. Si tú asumes cristiano a la estadística de facebook que preguntan, ¿Religión? Entonces seguramente tendré que decir que sí. Si lo ves culturalmente también diré que sí. Por historia familiar también, una mamá que ha escrito libros sobre asuntos religioso, una hermana que ha ganado premios con novelas religiosas, dos hermanos que estuvieron en seminario y una hermana monja… ¿Te parece poco?... Pero, la verdad a mí me parece una falta de seriedad estarse llamando lo que no se es. No estoy hablando ni de los ritos, ni de la fe… si se entiende por fe es creer en dios, bueno eso es una mantequilla. Cualquiera hasta el gato, puede cumplir con ritos, sacramentos, pueden repetir palabras días y noches con lógica de rezo y saber más que Google sobre la religión. Entonces ese se llama cristiano y se ofenderían si uno le dice que no es así… Pero lo otro también es una mantequilla… Escribir como yo lo hice hace doce años. En mi tesis doctoral que fue sobre Ernesto Sabato, en su primer capítulo realizo un interrogatorio a mí mismo, allí me pregunto eso y contesto después de dudar mucho que soy un cristiano no institucional, un contemplativo en acción. Esa respuesta era una respuesta súper pretenciosa, porque por un lado decía que la institución no comprendía nada y yo sí… Además utilizaba una expresión muy interesante de San Ignacio para describirme… Era todo un juego pretensioso, aunque cuando lo escribí no lo percibía así. Recuerdo que me senté a pensarme seriamente…. Pero era una masturbación mental. Si cristiano se entiende como la asunción en la vida de la inversión de los valores planteada y vivida por Jesús, yo preguntaría quien viva así que levante la mano yo me arrodillo. Asumirse cómodamente en una definición es sentirse seguro. Estable en casa. Cuando lees a hombres serios como San Juan de la Cruz te das cuenta o por lo menos ahora lo veo así, que la incertidumbre, la intemperie, la no comodidad de la definición y, por el contrario, la inquietud y voluntad del desandar caminos es más cónsona con nuestras fragilidades. Pero desarrollar esto implicaría otra larguísima entrevista. Discúlpame que hablo como demasiado… Son sabios los que invitan al silencio… Debo aprender eso… E: De verdad me dejas muy pensativa… debo releer esto una y otra vez, porque aquí hay un material para digerir como para un año… Gracias.

CRISTO REY Y LA INVERSIÓN DE VALORES

El gobernante, quien gobierna, es aquél que establece no sólo el cómo deben ser los asuntos, más allá de los procedimientos que utiliza para determinar el horizonte (democrático o autoritario), sino quien está al frente para determinar cuándo los gobernados perdieron el rumbo. Es decir, tiene la función de darle dirección a su gestión y coaccionar con argumentos o a través de la punición que los gobernados cumplan. Es el censor, de alguna manera, de lo que se debe o no se debe hacer. El gobernante para hacerlo debe imponer su autoridad. La manera y forma cómo lo hace es otro asunto, delicado e importante, sustancial para discernir el buen del mal gobierno, pero que no es el objeto de la reflexión que deseo adelantar. El gobernante ejerce su autoridad y su ejercicio supone, toma de decisiones que se evidenciarán la distribución de costos y beneficios de los gobernados. Dentro de la estructura social, el gobernante, es el primer ciudadano, en tanto, su oficio es representar a todos los gobernados. El vocablo servicio, entre otras acepciones, es aquella persona que realiza el trabajo de atención a los otros como un criado. En este sentido el sirviente, el que sirve, es aquél encargado de hacer los trabajos domésticos. Dentro de la estructura social de un país, de un estado o de una comunidad quienes ejercen tales oficios, no pertenecen a los que deliberan sobre el bienestar o no de la comunidad o el estado. Son aquellas personas que por su condición económica, social y educativa, se limitan a obedecer. Están excluidos de las tomas de decisión, casi por definición. Un buen sirviente es aquél que cumple de manera eficiente y eficaz lo que le ordenan. No opina sobre aquello que se debe o no se debe hacer. Dentro de la estructura social serían lo opuesto al gobernante. La interpretación nietzscheana de la transvaloración de los valores, usando un vocablo teológico, la transustanciación de los significados de Rey y Esclavo, en el análisis de la pasión Cristo, no está descoyuntada del Evangelio. No se trata del análisis de un acontecimiento donde el intérprete fuerza lo que lee para decir lo que él quiere decir. Donde lo leído, en este caso, el acontecimiento, es casi una excusa para dar una opinión. Decimos una vez más, este no es el caso. El acontecimiento que narra el evangelista Mateo: “Lo desnudaron, lo envolvieron en un manto escarlata, trenzaron una corona de espina y se la colocaron en la cabeza, y pusieron una caña en su mano derecha. Después, burlándose, se arrodillaban ante él y decían: -Salud, rey de los judíos! Le escupían, le quitaban la caña y le pegaban con ella en la cabeza. Terminada la burla, le quitaron el manto y lo vistieron con su ropa. Después lo sacaron para crucificarlo.” (Mt. 27,27-31) Es interpretado como el acontecer práctico que genera una inversión de los significados de Rey y Esclavo. Obviamente, un lector aguzado podría, contra argumentar diciendo que dentro de las sociedades a muchas personas que tenían una vida justa y digna, le ha sucedido, sino algo igual, por lo menos, similar. ¿Entonces, toda persona que sufra en su carne los abusos de poder, genera una transustanciación de las palabras? ¿Acaso esto no es una exageración del intérprete de ese hecho social? Frente a tales interrogantes, acertadas y agudas, Nietzsche sostiene: “La vida del redentor no fue otra cosa que esta práctica, su muerte tampoco fue otra cosa…” (Nietzsche, A. XXXIII) Si se interpreta la muerte de Jesús como un acontecimiento sin dar cuenta de lo que narran los evangelio de su vida, como un hecho aislado, entonces, toda persona que por contingencia o por enfrentamiento al poder que le suceda un asunto similar a la pasión de Cristo debería interpretarse de esa manera o similar. Por el contrario, si la actitud de Jesús durante su pasión se corresponde con una propuesta de vida, de cómo asumir las contingencias adversas, de cómo enfrentarse a los poderosos, de cómo enfrentarse a los que atentan contra su ser, más aún, si la propuesta de la transustanciación de los conceptos fue una propuesta de él antes del acontecimiento, entonces, la mirada de ese hecho social no es equiparable a la contingencia de alguien que sufra un evento similar o alguien que se enfrente al poder, a menos que la manera de enfrentarse a ese poder responda a la misma filosofía de vida propuesta por Jesús. Iniciamos nuestro comentario dando cuenta de dos palabras gobernante y sirviente. Dos oficios que implican valores opuestos. Cuando decimos valores opuestos no sólo queremos referirnos al asunto de oposición de clases sociales, restringido tal asunto al ámbito económico, sino en un sentido más amplio, éticos, estéticos y políticos. Hay una extensa literatura sociológica y filosófica desde la modernidad hasta nuestros días que han mostrado ese engranaje. Gobernante, Dinero, Belleza, Razón, Derecho, Bien, Educación, Saber… Esos valores sociales asociados son opuestos a los valores asociados a la servidumbre, porque los valores se desprenden de prácticas sociales, costumbres, distintas. Justamente, la prédica de Jesús fue una propuesta de inversión de los valores. Dice, el evangelio: “Pero Jesús los llamó y les dijo: - Saben que entre los paganos, los gobernantes tienen sometidos a sus súbditos y los poderosos imponen su autoridad. No será así entre ustedes; más bien, quien entre ustedes quiera llegar a ser grande que se haga servidor de los demás; y quien quiera ser el primero, que se haga sirviente de los demás. Lo mismo que el hijo del hombre no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida por el rescate de muchos.” (Mt. 20, 25-28) Tal inversión de los valores tiene implicaciones prácticas de todo tipo. Deténganse a pensar dos segundos en ellas y su asunción implicará como dice Nietzsche no una nueva fe, sino una manera distinta, radicalmente distinta de obrar. Tal vez, por ello, Pedro Legaria, un pensador católico, les recomendaba insistentemente a las hermanas de la Congregación que había fundado que se afanaran en la experiencia de servir, de hacer los servicios domésticos, que no pidieran cargos y su silencio cotidiano, fuera justamente, por la comprensión del lugar que tenían, al asumir la inversión de los valores… ¡Vaya complejidad de vida!

martes, 20 de noviembre de 2012

JESÚS, NIETZSCHE: TRANSVALORIZACIÓN: Algunas anotaciones

“La práctica es lo que legó a la humanidad: su conducta ante los jueces, ante los sayones, ante los acusadores y ante toda clase de calumnias y de burlas, su conducta en la cruz. No opone resistencia, no defiende su derecho, no da ni un paso para apartar de sí lo más extremado, más aún, lo provoca… Y reza, sufre, ama con quienes, en quienes le hacen mal. Las palabras dichas al ladrón en la cruz contienen todo el evangelio: “¡Este ha sido verdaderamente un hombre divino, un hijo de Dios!”, dice al la ladrón, si tú sientes eso, responde el redentor estarás conmigo en el paraíso; y tú serás un hijo de Dios. No defenderse, no hacer responsable a nadie… Por el contrario, tampoco oponer resistencia al mal, amarlo” (Nietzsche, Anticristo, XXXV) “(….) con la palabra hijo expresa el ingreso en el sentimiento de la transfiguración general de todas las cosas (las bienaventuranzas)…” (Nietzsche, XXXIV) Obviamente Nietzsche presenta una crítica radicalísima a la institución eclesial. La historia de la iglesia es el propio manantial donde bebe el pensador. Sin embargo, lo interesante, para mí, es cómo muestra que desde el legado práctico Jesús transvaloriza los valores, los transfigura. Decimos radicalidad porque aún cuando compartimos el horizonte de crítica del pensador alemán, nos distanciamos al mostrar que dentro de la historia del pensamiento cristiano hay hombres que comprendieron esa transvaloración, Francisco de Asís, aún cuando no la hayan sistematizado o teorizado, por ejemplo. En otras palabras, Nietzsche muestra que Jesús genera una transustanciación del contenido de las palabras. Reinar no es mandar, sino servir. Esclavitud no es obedecer sino es un acto de libertad. Las palabras reinar y esclavitud pierden su contenido específico, lo que hace que ella sea, su sustancia y adquieren otro significado, tienen otra sustancia. Tal interpretación, por ejemplo, la encontramos en San Ignacio y pudiera compartir esa tesis, aún cuando Nietzsche, coloca a la Compañía de Jesús en el centro de su ataque, precisamente porque en ella evidencia la traición a Jesús. La Compañía es un síntoma de toda la crítica a la historia de la iglesia que realiza el pensador. Esta crítica de Nietzsche es compartida por una multiplicidad de pensadores, sobre todo, por los modernos. Pero este no es nuestro asunto, por ahora, allí hay un debate rico e interesante desde la perspectiva teórica, porque la diferencia que hace Nietzsche entre Cristo y el cristianismo, pudiera hacerse en algunos casos, entre Francisco y los franciscanos o Ignacio y los jesuitas o entre Mahoma y los musulmanes o Buda y el budismo. Sin embargo, consideramos más relevante, para nuestros fines actuales, perfilar una filosofía de la actitud, detenernos en otro asunto, en cómo Nietzsche describe la filosofía práctica de Jesús, de qué trata su legado práctico. En ello Nietzsche puede ser un pensador clave que nos puede dar pista en su replanteamiento de Jesús. Obviamente, mi propia mirada del asunto de Jesús, como fenómeno histórico y como propuesta de vida práctica, se distancia en muchos aspectos de la interpretación nietzscheana. Pero tampoco tendré eso como objetivo. Más bien me interesa volver sobre el asunto de la actitud práctica de Jesús, dando cuenta de mis coincidencias con Nietzsche en este diálogo que tengo con su obra. La cruz de Jesús no es una opción por el sufrimiento por el sólo hecho de sufrir. No se trata de una prédica masoquista de la mortificación como opción de vida. Por el contrario es un final que es consecuencia de una asunción de sí que no supone un deber, “se debe actuar de tal y cuál forma”, por el contrario, la pericia del actuar dependerá de cada situación., porque la vida no es un cartograma, ni un razonamiento lógico, sino un río heteróclito. La asunción de sí en el mar de las contingencias lo condujo a la cruz. La clave o una de las claves de esa sunción en relación con la otredad es aquella máxima que no dice: “Sean astutos como serpientes y sencillos como paloma” (Mt, 10, 16) La actitud no es negro y blanco sino sinuosa, se despliega en la medida que se abre el terreno. Es una práctica. Justamente, porque se trata de una práctica, de otra forma de vida que se va haciendo en el momento del hacer es que encontramos en la vida de Jesús, actitudes que no son lineales. Desde una lógica del deber, del actuar siempre de una misma manera según un canon establecido, sería imposible conciliar cómo alguien que dice que coloques la otra mejilla si te golpean, setenta veces siete puede afirmar, por otro lado, que: “No piensen que he venido a traer paz a la tierra, sino espada. Vine a enemistar a un hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra. Y así el hombre tendrá por enemigo a los de su propia casa” (Mt.10, 34-36) La asunción literal del último pasaje del evangelio supondría que el ser, la persona, se determina siempre por oposición al otro. Porque soy hijo me enfrento al padre, por ejemplo. Pero el asunto es más sutil. La oposición no es un una determinación a priori, porque son ricos o porque son sacerdotes o… No hay una determinación inicial del otro, el otro entra en juego cuando se cruza con el camino que se ha elegido y se responde dependiendo de la circunstancia, sin oponerse al así mismo sino reconciliado con ese mundo interior. Jesús se enfrenta con aquellos que iban apedrear a la mujer adúltera, no porque eran ellos, por lo que ellos representaban, bien sea su estatus, su clase social o su poder religioso, sino porque se había erigido jueces de la fragilidad, no se veían a sí mismo. Su confrontación es invitarlos a mirarse en su propia fragilidad. Me enfrento porque no te miras y al mismo instante pretendes erigirte juez del otro. Enfrenta la actitud del otro, porque él ha optado por un obrar distinto. Pero quizás, la clave que es resaltada por Nietzsche se encuentra en el siguiente pasaje: “Vino el hijo del hombre, que come y bebe y dicen: miren que comilón y bebedor, amigo de recaudadores de impuestos y pecadores. Pero la sabiduría se conoce por sus obras” (Mt. 11, 19) La sabiduría es un saber práctico que se evalúa por las obras que produce. Las obras que produce están cargadas del pathos de su creador. La obra máxima es el propio ser. El creador que se crea a sí mismo en su tránsito por el mundo. Jesús se plantea que el mandamiento más importante es amar al otro como a sí mismo. La estructura de referencia del amor, de la relación con el otro, es a partir de la relación consigo mismo. La comprensión de la fragilidad del otro sólo es posible desde la comprensión de la propia fragilidad. Precisamente, el apostar por escuchar al prójimo más cercano, uno mismo, entenderse desde la fragilidad e irse haciendo a sí mismo supone encuentros y desencuentros con el otro. Las rupturas no son desde la negación sino desde la afirmación de lo que se es. Esa afirmación de vida, esa voluntad de hacerse, en momentos, choca radicalmente con aquellas estructuras que desde el poder bien sea económico, político o religioso, pretenden determinar, desde el deber, la vida del sujeto. Es allí cuando se da la ruptura. La ruptura supone no la negación sino una transvalorización del valor. Es por ello que la expresión Cristo Rey no es una negación del Rey, sino transustanciación de lo que significa Rey. “Lo desnudaron, lo envolvieron en un manto escarlata, trenzaron una corona de espina y se la colocaron en la cabeza, y pusieron una caña en su mano derecha. Después burlándose, se arrodillan ante él y decían: ¡Salud, rey de los judíos! Le escupían, le quitaban la caña y le pegaban en la cabeza” (Mt. 27, 27-30) Su práctica, su asunción lo conduce a la humillación más grande. Jesús en medio de esa humillación se asume Rey. Su reinado se manifiesta en su expresión de perdón. No está negando al otro, más bien, comprende la fragilidad del otro que lo conduce a vejarlo y desde esa comprensión de la otredad obra, se hace un hombre que en medio de la máxima incertidumbre y debilidad tiene la fuerza para perdonar. Obviamente, esta actitud de Rey, absuelve o censura, no tiene los componente ni la simbología de lo que significaba Rey, dígase, César. De allí en adelante reinar pierde todo contenido tanto en sustancia como en simbología de lo que aludía la palabra. Y la humillación se transforma en su fortaleza. Su fuerza reside en la debilidad. La noción de fuerza y debilidad, también cobran nueva sustancia, son transustanciado los términos. Una nueva manera de obrar, genera crea, un nuevo lenguaje.